Columna Cayendo y
Corriendo
El colonialismo
tiene brazos largos. Ha sido capaz de perpetuarse durante siglos.
Me cuesta creer que
después de 200 años, los europeos no acepten las derrotas colosales que los
haitianos le propinaron a los franceses, o los bolivianos y venezolanos a los
españoles.
Sin duda, la presión
gringa jugó un rol fundamental en la humillación que pretendieron hacerle a Evo
Morales. Pero los europeos nunca hubieran cristalizado esta afrenta, si no se
hubiese tratado del primer presidente indígena de nuestro continente.
Que Evo Morales
gobierne Bolivia es una cachetada a la "buena moral" del norte.
Estamos, pues,
frente a un acto de racismo sin precedentes. Racismo que incluso contravino las
leyes internacionales que los mismos europeos utilizan como excusa para
bombardear pueblos.
Colocar en peligro
de muerte a un presidente suramericano de manera tan grotesca y descarada nos
evoca las masacres, violaciones y vejaciones de todo tipo a las que nos sometió
el colonialismo europeo a nuestra América Latina.
¿Qué hacer entonces?
Por lo pronto,
reconocer la importancia de los procesos de unión nuestroamericana y no olvidar
que la única posibilidad que tenemos negros, indios, mulatos y blancos del sur
del mundo de no volver a los tiempos de la colonia es unirnos frente al europeo
biempensante y malactuante.
La reunión de
emergencia de Unasur sirvió para hacer entender a Europa que si su integración
a través de la Unión Europea es económica, la nuestra es ética y política. Sin
ánimos de ser chauvinista, puedo afirmar, sin lugar a dudas, que ahora en
Suramérica quien se mete con uno, se mete con todos.
Si Evo Morales es la
piedra en el zapato del colonialismo europeo, entonces sigamos tirando piedras
contra los cristales "iluminados" e hipócritas del norte. Con Benedetti
les digo: El Sur también existe. Así que recojan los vidrios.
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