”Millones de personas en el mundo
entero han sido asesinadas o han visto sus vidas destruidas por la CIA y las
instituciones que soporta”, declaró Agee en una entrevista concedida en 1975.
Philip Agee, el exagente de la CIA
arrepentido que espió durante años a Ecuador desde la Embajada de EE.UU., contó
con detalle en su libro ‘Inside the Company: CIA Diary’, cómo su principal
tarea era de establecer contactos con personalidades del país para luego
sobornarlas y llevarlas a trabajar en beneficio de EE.UU.
Tuvo el valor, en 1967, de abandonar
una agencia que se caracterizaba por su apoyo criminal a dictaduras
sanguinarias. Contaba que tomó esa decisión de manera definitiva cuando,
estando en un restaurante de México, vio a una amiga estallar en lágrimas al
conocer la noticia de la muerte del Che.
Ahí está representada, en una sola
imagen, toda la nobleza del personaje que falleció a los 73 años de edad, el 7
de enero en 2008, en Ciudad de La Habana, en esta tierra cubana desde donde
seguía denunciando las actividades terroristas y subversivas desarrolladas por
los servicios de inteligencia de los EE.UU. contra gobiernos y líderes
progresistas del continente.
Phillip B. Agee, ciudadano
estadounidense, fue oficial de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) en
América Latina durante doce años hasta que abandonó sus filas en 1969 por
motivos de conciencia. Ocupaba entonces un puesto de fachada en la embajada
norteamericana de México, como agregado olímpico, con el pretexto de la
preparación de los Juegos de 1968. Anteriormente, había sido ubicado en Ecuador
y en Uruguay.
”Millones de personas en el mundo
entero han sido asesinadas o, por lo menos, han visto sus vidas destruidas por
la CIA y las instituciones que soporta”, declaró Agee en una entrevista
concedida en 1975.
”Yo no podía quedarme sentando,
haciendo nada”, añadió.
Al salir de la Compañía, mientras
sufría amenazas y una constante persecución que puso su vida en peligro en más
de una oportunidad, se dedicaba a redactar su libro: “Inside the Company: CIA
Diary” (Dentro de la Compañía: Diario de la CIA).
La obra, verdadera síntesis de las
actividades criminales de la CIA en América, fue publicada en 1974, acompañada
de un anexo de 22 páginas de nombres de agentes infiltrados en todo el
continente. Constituyó una verdadera bomba que estremeció a todos los sectores
de los servicios norteamericanos de inteligencia.
Determinada a eliminarlo, la CIA
encargo al exjefe de la estación CIA de Miami, Ted Shackley, conocido como el
Fantasma Rubio, la misión de capturarlo. Agee tuvo que salir de Francia donde
se encontraba para refugiarse en Cambridge, Gran Bretaña, Agee fue entonces
expulsado por los británicos a solicitud de Washington.
Impedido de radicarse, sucesivamente,
en Italia y en los Países Bajos, donde las autoridades fueron constantemente
presionadas para negarle algún estatuto migratorio, privado de pasaporte
norteamericano por ser una “amenaza a la seguridad nacional”, se exilió en 1980
en la isla caribeña de Granada, bajo el gobierno revolucionario de Maurice Bishop.
Con la invasión estadounidense contra
ese pequeño país, en 1983, se refugió en Nicaragua, para luego de la llegada al
poder de la contrarrevolución sostenida por Washington, instalarse en Cuba que
le ofreció su hospitalidad.
A pesar de todos los peligros y
dificultades, Agee publicó ‘Trabajo sucio: la CIA en Europa occidental’, con
Louis Wolf y varios artículos de prensa además de conceder entrevistas y
asistir a reporteros en búsqueda de información.
En cinco oportunidades, el gobierno
estadounidense intentó llevarlo a juicio por la revelación de secretos, pero
sin éxito, sus exjefes temiendo, en última instancia, el uso que pudiera
hacerse de la enorme cantidad de informaciones que conservaba.
Rabioso, George Bush padre, el exjefe
de la CIA reciclado en presidente que apadrinó la fundación de la CORU
terrorista anticubana y la operación Condor, lo calificó de traidor y lo
calumnió, en numerosas oportunidades. Su esposa, Bárbara, fue condenada a
retractarse cuando lanzó el mismo insulto por escrito, en una autobiografía
redactada a cuatro manos.
Amigo fiel de Cuba, Agee demostró
como la Isla se encontraba víctima de un nuevo programa mundial desarrollado
por la CIA para financiar y desarrollar organizaciones llamadas disidentes bajo
la fachada de la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) y un fondo
expresamente establecido en 1983 con este objetivo, The National Endowment for
Democracy (NED).
Mientras el New York Times se
interrogaba, al anunciar su muerte, sobre la dimensión de los “daños” causados
por Agee a los servicios de inteligencia de EE.UU., los medios progresistas del
mundo reconocieron, al contrario, los servicios que rindió a la humanidad, como
verdadero patriota norteamericano, al haber desenmascarado una organización que
llevo hasta extremos nunca vistos el uso de la violencia por una gran potencia
contemporánea.
Una potencia que protege a un
terrorista como el cubanoamericano Luis Posada Carriles mientras mantiene
encarcelados en condiciones infrahumanas a los antiterroristas cubanos que
intentaban contrarrestar sus planes.
Cuando el mundo entero se escandaliza
con las torturas infligidas en Guantánamo y en toda una red de centros de
interrogatorio conformada por la CIA en el mundo entero, cuando descubre, ¿qué
pensará el agente de la CIA que se sumó a la organización con la ilusión de
defender a su país?
Contratado por la CIA como analista
de las informaciones robadas en el mundo entero con su maquinaria infernal de
ciberespioaje construida, Edward Snowden, se habrá dado cuenta, como Philip
Agee, que debía renunciar a las ventajas que procura un empleo de funcionario
federal norteamericano, para sumarse a la lucha de los miles de millones de
seres humanos que, armados con la sola fuerza de sus convicciones, creen que un
mundo mejor es posible.
(AVN)
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