Este
lunes, José Alfredo Ureña, coordinador de la subcomisión de desarrollo
agroalimentario de la Asamblea Nacional (AN), informó que los
principales objetivos del anteproyecto de la ley de semillas,
actualmente discutido en la subcomisión permanente, son incrementar
nuestra producción nacional, garantizar la soberanía alimentaria e
impedir el uso de transgénicos en Venezuela, para preservar así la
diversidad biológica de nuestro territorio.
Este
proyecto de ley busca poner orden en el sector, ya que las políticas de
producción de semillas en nuestro país no se han unificado. Además,
quiere estimular la siembra para ese fin, que en estos momentos pasa por
un déficit en Venezuela.
El
asambleísta explicó que uno de los puntos fuertes del planteamiento
legal es que se define como antitransgénico ya que “estudios alertan
sobre la incidencia en la salud de animales y seres humanos cuando se
consumen alimentos con organismos modificados genéticamente”.
Además,
destacó que la ley será antitransgénica porque se ha demostrado que
“una gran cantidad de la producción agrícola con transgénicos acaba con
el ambiente, afecta a los microorganismos y contamina los cultivos
locales”, entre otros daños. Por ello, es necesaria esta ley, que
plantea con toda claridad la prohibición de uso de estos productos, algo
que no está bien definido en la norma vigente.
Igualmente,
aseguró que para construir este proyecto, se han tomado en cuenta las
inquietudes de los movimientos agroecológicos, que tienen mucha
actividad en Venezuela, no solo en cuanto al uso y consumo de alimentos,
sino en relación con los paquetes tecnológicos que manejan, en los que
vienen incluidos fertilizantes agroquímicos.
“Sin
estos venenos las semillas modificadas genéticamente no tienen buenos
rendimientos”, añadió al tiempo que acotó que “Venezuela es el sexto
país con diversidad biológica en el mundo, y los paquetes tecnológicos
que traen con las semillas afectan a la biodiversidad”.
“Son
innumerables las denuncias contra trasnacionales oligopólicas como
Monsanto y Pioneer, que manejan cerca del 90 por ciento de las semillas
en el mundo, por lo que los productores se ven obligados a adquirir
paquetes completos que incluyen agrotóxicos, ya que de lo contrario las
matas no crecen”, detalló.
En este sentido, indicó que “el
pueblo organizado ha manifestado que no quiere los transgénicos, y
nosotros hemos oído esas voces. Pero, además, el Comandante eterno Hugo
Chávez se pronunció en varias oportunidades contra esos proyectos. En
2004, 2006 y 2007 paró unos proyectos de soya en la Mesa de Guanipa. De
manera que hay suficientes argumentos para aprobar una nueva ley de
semillas”.
A
propósito de ello, reiteró que este proyecto plantea sustituir la Ley
de semillas, productos para la producción animal e insumos biológicos,
vigente desde octubre de 2002, ya que su radio de acción es tan amplio
que la hace inaplicable. “Esto
fue otro motivo para elaborar un nuevo instrumento legal en el que
están participando varios ministerios: Agricultura y Tierras; Ciencia,
Tecnología e Innovación; Comercio; Ambiente; Alimentación, y Relaciones
Exteriores”, aseveró.
Ureña enfatizó que “la
ley será resultado de un consenso entre todos los actores: productores
agrícolas, comercializadores, movimientos sociales agroecológicos y
movimientos contra el uso de los transgénicos”.
En
esta tónica precisó que este instrumento legal impedirá que los
alimentos transgénicos que se producen en el Mercado Común del Sur
(Mercosur) ingresen a nuestro país. “Ellos producen más y son más
eficientes, pero eso trae consigo el uso de manera acelerada de esas
variedades. Nosotros planteamos que tenemos que ser más eficientes, pero
con métodos que no empleen esas técnicas ni semillas modificadas
genéticamente”, especificó.
La
discusión general de este proyecto será llevada a cabo en julio de este
año y planea la fundación de un Instituto Nacional de Semillas que
fiscalice y certifique de manera autónoma la producción agrícola en el
territorio nacional.
“Esto
permitirá certificar si las semillas y otros productos tienen un origen
transgénico, incluso los productos terminados. También prevé crear un
banco local de semillas que debería estar en Guárico, como primer paso, y
después ir reproduciendo estas experiencias en otros estados,
dependiendo de lo que se cultive en cada región”, expresó.
Recalcó que “esta
idea nace de la necesidad de garantizar la soberanía del país en
materia de semillas, un eslabón fundamental en la cadena
agroalimentaria”.
“Esta
es una manera de alcanzar la independencia para los pequeños productos,
medianos y hasta grandes, que dependen de las grandes transnacionales.
Lo que se busca es que se utilicen criterios técnicos para el uso de
semillas, y que sea en el país que se decida el tipo y la variedad a
usar, no que se imponga desde afuera”, finalizó el diputado.
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