Todos los gobiernos populares que han
ido en contra de los intereses económicos norteamericanos tuvieron que hacer
frente a un intento de Golpe de Estado orquestado por el imperialismo.
La historia de América Latina a lo
largo de la segunda mitad del siglo XX y principios del siglo XXI está marcada
por un hecho central: los procesos políticos de transformación que tuvieron
lugar en cada país debieron hacer frente a Golpes de Estado. En algunos casos
los Gobiernos y los pueblos pudieron resistir, y en otros casos cayeron,
dándose en esos casos inicio a procesos dictatoriales.
Estos fueron los casos por ejemplo
del gobierno de Jacobo Árbenz en Guatemala, quien fue derribado en 1954, el
caso del gobierno de Fidel Castro quien debió hacer frente al intento de
invasión en el episodio conocido como Bahía de los Cochinos en 1961, el Golpe
de Estado que terminó con el gobierno de Salvador Allende en 1972 y el Golpe
que tuvo lugar en 1976 en Argentina.
Ya en el siglo XXI se sucedieron los
intentos de Golpe en Venezuela, en el año 2002, contra el gobierno de Hugo
Chávez, el intento de acabar en el 2008 con el gobierno de Evo Morales, en Bolivia,
y los últimos casos ocurridos en Honduras, en el 2009, contra el gobierno de
Manuel Zelaya, y el caso del Golpe contra el presidente de Paraguay en el 2012,
Fernando Lugo.
¿Qué tienen en común estos Golpes (o
intentos de Golpe) de Estado? En primer lugar, en todos los casos se trató de
Gobiernos que impulsaron procesos de cambio orientados a dar respuesta a las
necesidades de las grandes mayorías excluidas.
En segundo lugar, que tocaron
intereses económicos norteamericanos. Así por ejemplo el gobierno encabezado
por Jacobo Árbenz fue contra la empresa norteamericana expandida en toda
América Central, la United Fruit Company, el gobierno de Salvador Allende
nacionalizó el cobre, que estaba en mano de empresas de los EE.UU., y en el
caso de Venezuela se llevó adelante la nacionalización del petróleo, controlado
durante un siglo por los EE.UU.
Esto dio lugar a que en todos estos
casos el Gobierno norteamericano promoviera los Golpes de Estado, en alianza
con sectores locales, tanto civiles como militares. De esta manera el
imperialismo puso en pie un centro de formación para la doctrina
político-militar de militares latinoamericanos, la Escuela de las Américas,
desplegó planes continentales articulados, como el caso del Plan Cóndor que
unificaba las estructuras represivas de las dictaduras de Chile, Argentina,
Uruguay y Paraguay, y sistematizó los aprendizajes de décadas en un manual que
proporciona las líneas de acción para llevar adelante un Golpe de Estado.
Este manual, también llamado Plan
Organizativo, fue elaborado por un grupo de sociólogos y psicólogos sociales de
los EEUU a petición de sus diferentes organismos de inteligencia, en particular
la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Este material se propuso perfeccionar
la estrategia de cómo llevar adelante Golpes de Estado, impulsado en gran parte
por la derrota sufrida en Cuba en el intento de invasión en el ataque a la
Bahía de los Cochinos.
De esta manera el imperialismo
profundizó su análisis de las sociedades latinoamericanas y de sus actores
políticos, para comprender de manera más profunda sus comportamientos
psico-sociales. Para ello contrataron también a intelectuales universitarios de
connotada experiencia para elaborar informes y recomendaciones.
Esto dio lugar a un esquema que traza
los sucesivos pasos necesarios para poder derribar a gobiernos populares
contrarios a los intereses norteamericanos. Este material fue utilizado en
todos los casos mencionados, variando algunas metodologías según el momento
histórico e incorporando de manera progresiva un elemento cada vez más central:
los medios de comunicación.
El manual tiene vigencia en la
actualidad y un análisis de los últimos intentos de Golpe de Estado permite ver
cómo se siguen poniendo en práctica las mismas metodologías: la coordinación
centralizada por el embajador norteamericano en el país donde se desarrolla el
plan de desestabilización, el trabajo de infiltración en sectores políticos
conservadores, de la iglesia, en sectores civiles, periodistas o
personalidades, y en franjas de las Fuerzas Armadas, así como los planes de
sabotaje, desabastecimiento y paros, como antesala al Golpe.
El material muestra no solo el rol de
los EE.UU. en los diferentes Golpes de Estado que tuvieron lugar en el
continente sino que pone de manifiesto la actualidad de la metodología
norteamericana cada vez que busca poner fin a un gobierno popular que es
contrario a sus intereses.
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